10
HUMILLADOS Y OFENDIDOS
1
Los
venezolanos somos HUMILLADOS Y OFENDIDOS todos los días como los personajes de
la novela de Fiódor Dostoyevski llamada
así, y que leímos con gran entusiasmo,
en su idioma original, en nuestra juventud.
2
La
desaparición de los productos alimenticios básicos se ha convertido en un
verdadero drama consuetudinario. Las enormes colas bajo el sol o bajo la
lluvia son un cuadro patético
insoportable de nuestra crisis humanitaria.
3
Hace
unos días me llama un amigo y me dice “en el supermercado tal (antes gran tienda de
comestibles y ahora raquítico establecimiento con estantes vacíos) están vendiendo dos paquetes de macarrones y dos frascos de
aceite por persona”.
4
Hago
una cola de dos horas mientras con fruición cuasi infantil sostengo mis rubros
regulados. Creo que ni Arquímedes estaba más contento que yo cuando gritó
¡Eureka!
¡De
estas pequeñeces se teje la vida del venezolano de ahora!
5
Pero
al llegar mi turno bien pude cantar con
Emmanuel: todo se derrumbó dentro de mí.
No
pasé la prueba, no funcionó el captahuellas, el pase estaba vencido, etc. Me
pidieron un montón de documentos, revisaron cédula y certificados. Me dirigí a todas las
instancias: vendedores, jefes, jefes de jefes y más jefes. Pero la respuesta
definitiva fue que no tenía derecho a comprar.
Me
sentí un personaje dostoyevskiano: vencido, humillado, ofendido. La literatura sirve para torturarse, decía
Argenis Rodríguez. Cortésmente, le di las
gracias a la cajera porque uno nunca debe perder el glamur y la compostura.
Además, los vendedores no son culpables de esta tragedia monumental en que ha
devenido Venezuela.
Al
retirarme decidí escudarme en la resiliencia
y seguir considerando “vida” este miserable tránsito de nuestra existencia al
que estamos siendo sometidos.
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