SE
MARCHÓ PARA SIEMPRE LA PALABRA IRREVERENTE
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
Murió
Luis Eduardo Bello, el amigo periodista que nos deleitó con sus crónicas y
análisis incisivos sobre el acontecer político regional, nacional y mundial en
su página “La palabra irreverente”. Su trabajo en distintos medios de
comunicación, sus viajes y sus lecturas lo convirtieron en un hombre de amplia
cultura que podía abordar cualquier tema de manera detallada, amena e
interesante. Una vez le dije: Hablar contigo es aprender muchas cosas. Deberías
escribir tus memorias para regocijo de todos nosotros. Respondió: En ese
aspecto sólo me gusta escribir sobre el talento de mis amigos. ¿En qué tono
podría escribir unas memorias? Yo le dije: Escribe como si estuvieses
contándole cuentos a tus nietos. Con una sonrisa ripostó: No es mala idea.
Y
en eso de escribir sobre el talento de los amigos, debemos reconocer que Luis
Eduardo fue muy generoso y hasta exagerado.
2
Uno
de sus temas preferidos durante nuestras conversaciones era lo referente a la
Segunda Guerra Mundial. Consideraba que la Conferencia de Yalta nos daba el
ejemplo a seguir para resolver las desavenencias doctrinarias en el campo
demócrata, porque en la citada reunión entre Roosevelt, Churchill y Stalin se
acordaron puntos básicos para vencer a Hitler, el enemigo común,
independientemente de que cada uno de esos líderes tenía ideologías y
posiciones políticas aparentemente irreconciliables. El socrático mandato de
que en la unión está la fuerza debería imponerse en nuestras filas, afirmaba.
3
Era
un privilegio escucharle hablar de sus encuentros con Humberto Fernández Morán,
nuestro genial científico, quien le obsequió un fino bolígrafo que conservaba
con cariño; o sobre la invención del croissant por parte de los vieneses para
recordarle a los turcos la derrota que le habían infligido, porque cada vez que
alguien mordiera un croissant estaría destrozando el emblema militar turco: la
media luna. O cuando le escuchaba conjugar el verbo complacer en pretérito,
entonces no decía “complació” sino “complugo”. A él solamente le oía esos giros
inusuales y elegantes de nuestro lenguaje.
4
Luis
Eduardo también escribía cuartetos rimados para ironizar el día a día de nuestro
mundo político. Los hacía por las mismas razones que impulsaban a Tomás Ignacio
Potentini quien se burló de Joaquín Crespo, llamado el “Héroe del Deber
Cumplido”, con estos versos:
“Héroe
del deber cumplido”
es
un título profundo.
héroe
de pagar no ha sido:
¿Quién
no sabe que se ha ido
¿Debiéndole
a todo el mundo?
Crespo
los leyó y dijo: estos versos rimados se los aprende la gente y por eso fuñen.
He
aquí algunas estrofas de Luis Eduardo:
I
Almirante
del sufrir
con
frío corazón de hiena
la
tortura es su placer
y
el infierno su condena.
II
Ya
las denuncias fastidian
y
el eterno protestar
torturas
y asesinatos
¿qué
más tiene que pasar?
5
En
el último encuentro Luis Eduardo me habló profusamente de las obras de Shakespeare,
y específicamente del Mercader de Venecia, donde un usurero judío exige que su deudor,
en caso de no poder devolverle lo prestado, debe pagarle con un pedazo de carne
de su propio cuerpo; y eso nos llevó hasta Nietzsche y sus teorías acerca de la
crueldad y el placer insertos en las penas y castigos.
6
Se
fue para siempre Luis Eduardo Bello con su palabra irreverente. Lo recordaremos
como el periodista indoblegable de escritura pulcra, el demócrata que luchó incansablemente
por una mejor Venezuela, el intelectual de brillantes disertaciones, el amigo
que nos trató con gran deferencia, con quien compartimos agradables tertulias y
ofrendas a Dionisio.
Nota:
Las fotografías donde aparece Luis Eduardo Bello provienen de los muros de Facebook
del doctor Rafael Emilio Silveira y el periodista José David Rondón.
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