[7]YO EL SUPREMO (1974)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
I
Yo
el Supremo (1974) de Augusto Roa Bastos es la versión novelada pero basada en
fuentes reales del dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia, quien
hablaba de sí mismo como “Yo El Supremo”.
II
Ignacio
Padilla escribe : “El protagonista de Yo el Supremo no es, como en otros casos,
un dictador arquetípico ni una amalgama de todos los dictadores
latinoamericanos. Por el contrario, se trata de un personaje histórico profusa
y profundamente retratado con más respeto a la verosimilitud que a la
satanización: José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador del Paraguay a
principios del siglo XIX, fanático, idealista, cruel y honrado hasta la
monomanía, Minotauro en el laberinto del poder pero también marcado por el escrúpulo,
por su afición a un singularísimo y muy estricto código ético que lo aleja del
tirano común para convertirlo en una especie de antiquijote, un loco violento
más parecido a melancólico Cárdenio de Cervantes que al propio Caballero de la
Triste Figura”.
III
La
novela se inicia con el descubrimiento de un pasquín que enoja al dictador porque
se le atribuye falsamente: “Yo el Supremo Dictador de la República Ordeno que,
al acaecer mi muerte, mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica
por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son
de las campanas echadas al vuelo. Todos mis servidores civiles y militares
sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros
sin cruz ni marca que memore sus nombres. Al término del dicho plazo, mando que
mis restos sean quemados y las cenizas arrojadas al río…”
VI
La
figura de José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840) es muy contradictoria.
Se le acusa de perseguir, encarcelar y asesinar a sus opositores; no obstante,
él mismo afirmaba que tuvo que liquidar a unos pocos para mantener el orden. De
héroe de la independencia de Paraguay paso a dictador por 26 años; y no son
pocos los que lo valoran positivamente. Fue el “gendarme necesario” para ese
país , según la definición de Laureano Vallenilla Lanz en Cesarismo
democrático. Cada tirano retratado en las novelas del dictador tiene sus
defensores. A José Gaspar Rodríguez de Francia se le adjudican dotes de estadista
austero, culto, lector de los filósofos más destacados de su época, probo en
los manejos de la cosa pública.
“Su
principal herencia fue la autonomía política del país, causa por la cual luchó
toda su vida y por lo que es considerado el líder de la revolución
independentista y el forjador de la nación paraguaya”. [14]
V
Frases:
1
Supe
que poder hacer es hacer poder.
2
Nada
enaltece tanto la autoridad como el silencio.
3
Siempre
hay tiempo para tener más tiempo.
4
El
diccionario es un osario de palabras vacías.
5
Las
formas desaparecen, las palabras queman, para significar lo imposible.
6
Toda
historia no contemporánea es sospechosa.
7
Los
celos pueden perdonarlo todo menos la sospecha de la infidelidad.
8
La
locura dice más verdades que la confesión bajo tortura.
9
A
las ideas se las siente venir al igual que a las desdichas.
10
Escribir
no significa convertir lo real en palabras sino hacer que la palabra sea real.
11
¿Qué
es el optimismo? Sostener lo bien que está todo cuando manifiestamente todo
está muy mal.
12
No
se ha sabido nunca si la vida es lo que se vive o lo que se muere.
13
Cuando
te dicto, las palabras tienen un sentido, otro cuando las escribes. De modo que
hablamos dos lenguas diferentes.
14
No
es creyendo sino dudando como se puede llegar a la verdad que siempre muda de
forma y condición.
15
Ningún
autor que se precie puede escribir un libro propio. Si es honrado debe
desaparecer por completo en lo escrito.
16
El
autor es quien menos conoce su obra. Si la conociera la hubiese escrito de otra
manera, o no la hubiera escrito.
17
El
hombre más sensato y virtuoso lo es sólo en apariencia gracias a las pequeñas
locuras que se permite en privado.
18
Tirano,
dijo el rey sabio, es aquél que, con el pretexto del progreso, bienestar y
prosperidad de sus gobernados, substituye el culto de su pueblo por el de su
propia persona.
19
El
gran principio de la justicia: evitar el crimen en lugar de castigarlo. Ajusticiar
a un culpable no requiere sino un pelotón o un verdugo. Impedir que haya
culpables exige mucho ingenio.
20
Del
Poder Absoluto no pueden hacerse historias. Si se pudiera, El Supremo estaría
de más: En la literatura o en la realidad. ¿Quién escribirá esos libros? Gente
ignorante como tú. Escribas de profesión. Embusteros fariseos. Imbéciles
compiladores de escritos no menos imbéciles.
21
Lo
irreal solo está en el mal uso de la palabra, en el mal uso de la escritura.
22
El
poder de los gobernantes está fundado sobre la ignorancia, en la domesticada
mansedumbre del pueblo. El poder tiene por base la debilidad.
23
La
fuerza del poder consiste entonces, pensé, en cazar el azar; retenerlo
atrapado. Descubrir sus leyes; es decir, las leyes del olvido. Existe el azar
solo porque existe el olvido.
24
Tu
arma es la frase, no la espada.
25
Los
hombres cultos son los más ocultos.
26
¡Saber,
saber, saber! Aunque ya sabemos, por las Escrituras, que sabiduría añade dolor.
27
Los
pobres, los únicos que tienen un triste amor a la honestidad.
28
Yo
no escribo la historia. La hago.
29
Lector
adicto de Montesquieu, de Rousseau, como lo soy, podemos coincidir con la idea
de estos maestros en el proyecto de realizar la libertad de nuestros pueblos.
30
Soy
sumamente optimista, pero no amnésico. Un mínimo de memoria es necesario para
subsistir.
31
La
prosperidad de un Estado no consiste tanto en la existencia de una población
muy grande como en la perfecta relación del pueblo con sus medios.
32
El
ser soldado consiste en la capacidad. No en la ropa.
VI
Obra
teatral
La
referencial obra Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos, regresa a escena con una
versión que revela detalles históricos que nunca conocieron las tablas. En una
versión del dramaturgo y director Nelson de Santaní, y de la mano del elenco La
Parada Teatro, un Dr. Francia humano, profundo y despojado de sus mitos.
Sinopsis
1
Yo
El Supremo , resume un tiempo y un pensamiento que convulsionaron la naciente
República del Paraguay del siglo XIX. Es la historia del Dr. José Gaspar
Rodríguez de Francia, artífice de una inédita revolución. Un hombre
controversial, tenaz defensor de la independencia y la soberanía, que sin
discusión cimentó las bases del Estado nacional.
Sinopsis 2
La
naciente República del Paraguay vive sus momentos más convulsionados. Sus
promisorios habitantes, con un jacobino abogado formado en la universidad de
Córdoba al frente, emprenden la batalla decisiva para liberarse del monárquico
yugo español e impedir los reiterados intentos anexionistas y colonialistas de
Buenos Aires y los llamados libertadores. Tiempos turbulentos, conspiraciones
sangrientas, medidas extremas, amores esquivos y decisiones fundantes, centran
la mirada en una naciente nación en la agreste América del Sur. La revolución
independentista marca el antes y el después de un relato que no termina por
escribirse: Un Supremo dictador, sus ideas políticas y sociales; y una marca
imborrable en la historia universal.