viernes, 16 de abril de 2021

FAHRENHEIT 451: UNA NOVELA SOBRE PIROMANIÁTICOS Y BIBLIOCLASTAS

 


(“Los que no construyen deben destruir”)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Fahrenheit 451 (1953) del escritor estadounidense Ray Bradbury (1920-2012) es una novela distópica, cuya trama principal es la prohibición y quema de libros por parte de bomberos que no extinguen el fuego, sino que lo provocan. El Estado totalitario pretende controlar el conocimiento para controlar a sus habitantes, por eso quema libros, persigue a los lectores, manipula la educación y vigila la información a través de la propaganda.

“Es un buen trabajo. El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas. Este es nuestro lema oficial”.

2

El héroe, Montag, al principio forma parte de las brigadas pirómanas, pero luego entiende el papel importante de los libros, y decide luchar, junto con un grupo de personas, para que sobrevivan a través de las generaciones. Para conservar el conocimiento cada miembro del grupo se aprende un libro de memoria antes de ser quemado.

 Mejor es guardarlo todo en la cabeza, donde nadie pueda verlo ni sospechar su existencia. Todos somos fragmentos de Historia, de Literatura y de Ley Internacional, Byron, Tom Paine, Maquiavelo o Cristo, todo está aquí. Y ya va siendo tarde. Y la guerra ha empezado. Y estamos aquí, y la ciudad está allí, envuelta en su abrigo de un millar de colores. ¿En qué piensa, Montag?

 

- Yo soy La República de Platón. ¿Desea leer Marco Aurelio? Mr. Simmons es Marco.

—¿Cómo está usted? —dijo Mr. Simmons.

—Hola —contestó Montag.

—Quiero presentarle a Jonathan Swift, el autor de ese malicioso libro político, Los viajes de Gulliver. Este otro sujeto es Charles Darwin, y aquél es Schopenhauer, y aquél, Einstein, y el que está junto a mí es Mr. Albert Schweitzer, un filósofo muy agradable, desde luego. Aquí estamos todos, Montag, Aristófanes, Mahatma Gandhi, Gautama Buda, Confucio, Thomas Love Peacock, Thomas Jefferson y Mr. Lincoln. Y también somos Mateo, Marco, Lucas y Juan.

3

 ¿Hombres que reciten a Milton? ¿Qué digan: recuerdo a Sófocles? ¿Recordando a los supervivientes que el hombre tiene también ciertos aspectos buenos? Lo único que harán será reunir sus piedras para arrojárselas los unos a los otros. Váyase a casa, Montag. Váyase a la cama.

4

Fernando Báez en su importante obra “Historia Universal de la destrucción de libros” dice que un biblioclasta es aquel que destruye libros .Grandes prensadores fueron biblioclastas. René Descartes sugirió a sus lectores quemar los libros anteriores a su nuevo método. Igual petición hizo el filósofo David Hume. Borges escribió que la renovación del presente consistía en quemar el pasado por eso de tiempo en tiempo era necesario destruir la biblioteca de Alejandría .Platón e Hipócrates, el padre de la Medicina, también quemaron libros.

 

 5

Hitler prohibió a los judíos adquirir libros y diarios. ¿No afecta eso nuestra capacidad de pensamiento, a nuestros sueños, a la libertad interior, ese último fortín de lo digno y de lo humano? (Rosa Montero en “La loca de la casa”)

6

Hay un tiempo para todo. Sí. Una época para derrumbarse, una época para construir. Sí. Una hora para guardar silencio y otra para hablar. Sí, todo. Pero, algo más. ¿Qué más? Algo, algo..


Y, a cada lado del río, había un árbol de la vida con doce clases distintas de frutas, y cada mes entregaban su cosecha; y las hojas de los árboles servían para curar a las naciones. “Sí —pensó Montag—, eso es lo que guardaré para mediodía. Para mediodía... Cuando alcancemos la ciudad”.

 

 

 

 

 

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