jueves, 7 de febrero de 2019

EL APLAUSO INFINITO O EL SÍNDROME DE LAS FOCAS



EL APLAUSO INFINITO O EL SÍNDROME DE LAS FOCAS
Edgardo Malaspina
1
Uno de los puntos centrales de Archipiélago Gulag de Alexander  Solzhenitsyn gira en torno al culto de la personalidad hacia  Stalin, criticado luego, duramente, por  Nikita  Jruschov.
Hay un pasaje  tragicómico memorable en el segundo capítulo de la primera parte del libro. Se trata del aplauso infinito, el cual también podemos denominar “el síndrome de las focas”. Además del culto a la personalidad ya instaurado también se entiende como un camarada era arrestado y sustituido por otro camarada que también sería encarcelado como en esas reacciones atómicas en cadena.
2
Se estaba celebrando una reunión del partido en un distrito de Moscú. La presidía el nuevo secretario en sustitución del anterior que ya estaba en la cárcel por traidor. Al final se tomó  una resolución de fidelidad al camarada Stalin. Todos se levantaron y empezaron aplaudir. “En la sala estallaron los aplausos torrenciales, que desembocaron en una ovación”.
3
Pasaron tres minutos, cuatro minutos, cinco minutos y los aplausos seguían siendo torrenciales. A los camaradas le dolían las manos, los brazos se le dormían y les faltaba el aire, pero no paraban  de aplaudir.
4
La situación era estúpida y ridícula pero nadie se atrevía a ser el primero en dejar de aplaudir porque podría ser acusado de infidelidad. El secretario recién nombrado sabía que su anterior en el cargo estaba preso. Por eso tenía miedo el ser el primero el cesar los aplausos. En la sala estaban los policías del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) observando con suma atención quién sería el traidor que dejara de aplaudir de primero.
5
Los aplausos llegaron a los ocho minutos. Estaban cansados y temían morir de un paro cardíaco. En medio de la sala se podía trampear y descansar un poco, pero los que estaban en la mesa del presidio estaban perdidos, convertidos en móviles perpetuos.
6
A los once minutos de aplausos tenían caras de angustiados, y el director de una fábrica de papel que estaba en el presidio decidió para la locura y se sentó. Inmediatamente todos dejaron de aplaudir.
7
En la noche los gendarmes visitaron la casa del director de la fábrica de papel. Lo acusaron por un motivo distinto y le dieron diez años de cárcel.
8
Luego de la sentencia el juez instructor le dijo al director de la fábrica de papel:
-y nunca seas el primero en dejar de aplaudir.

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